Cómo empezar un negocio en un fin de semana

Eso es lo que nos enseña Noah Kagan en su libro “Million Dollar Weekend”. Es un libro fantástico si eres un aspirante a emprendedor y quieres empezar tu propio negocio, porque te da una guía paso por paso de cómo hacerlo.

El libro está dividido en tres partes: “Empiézalo”, “Constrúyelo” y “Auméntalo”. En esta newsletter me centraré en las dos primeras.

Empiézalo

Nos pasa mucho que, aunque llevemos años pensando en cuánto nos gustaría empezar un negocio, nunca lo hacemos porque nunca estamos satisfechos con la idea. Lo que el autor dice en el libro es que no hace falta que tengas la súper idea antes de empezar el negocio, sino que puedes decidir primero empezar un negocio, y después hacer un proceso para encontrar esa idea genial.

No esperes a sentirte listo para empezar un negocio, porque nunca lo vas a sentir.

La mayoría de la gente piensa demasiado primero, y actúa después. Los emprendedores con éxito actúan primero, y averiguan después. Cualquier análisis previo a la acción es pura especulación. No entiendes de verdad algo hasta que lo has hecho. Solo empieza a actuar.

A todos nos ha pasado que nos bloqueamos con el “cómo”. En lugar de eso, piensa en una pequeña acción que puedas hacer ahora mismo. Seguro que hay algo.

Constrúyelo

Esta parte está basada en el enfoque “el cliente es lo primero”. Esto lo hemos visto en todos los libros sobre negocios: no tienes que buscar una “idea de negocio” sino realmente pensar en un problema que puedas resolver que esté teniendo un grupo de personas. Pregúntate: “¿quién es la gente a la que quiero servir?” El fallo número uno de las startups es que nadie quiera pagar por lo que ellas ofrecen.

El cliente viene antes de nada, antes del producto o servicio, incluso antes que la idea. Para construir un negocio, necesitas a alguien a quien venderle. ¿Le has preguntado al cliente qué opina de esa idea?

La segunda pregunta que hacerte es: “¿tiene mi cliente potencial dinero?”. Esto lo he visto de primera mano muchas veces con el emprendimiento social: intentar vender a estudiantes no es buena idea, porque ellos no tienen dinero para gastar. Si eres estudiante, piensa ¿quién tiene dinero a tu alrededor? En vez de tus compañeros de universidad, por ejemplo, sus padres. ¿Qué problemas tienen sus padres? O la propia universidad.

La tercera pregunta que hacerte es: “¿qué problemas tienen ellos?”. Obviamente, lo más fácil es preguntarle a ellos mismos. ¿Qué les molesta en su día a día? ¿Qué cosas pagan ya pero que no son muy satisfactorias? El mundo del emprendimiento se mueve así, con gente encontrando problemas y proponiendo soluciones a esos problemas. Uber empezó porque la gente se quejaba de lo difícil que era conseguir parar a un taxi o tener que estar llamando a la centralita.

Aquí da un muy buen ejemplo el autor sobre la diferencia entre “Centrado en el producto” o “Centrado en el cliente”:

Imagínate que quieres crear una app de paseos de perros. Lo que haría la mayoría de la gente (“centrado en el producto”) sería:

  1. Pensar en la app y el nombre guay.

  2. Pagar por el logo.

  3. Montar la empresa legalmente.

  4. Informarse en internet y YouTube sobre apps, programación…

  5. Considerar crear él mismo la app hasta que ve que es difícil.

  6. Comprar el dominio para la página web.

  7. Intentar contratar a un diseñador de apps hasta darse cuenta de que es muy caro.

  8. Abandonar.

Lo que haría alguien “centrado en el cliente” sería:

  1. Llamar o enviar un mensaje a tres personas con perros y preguntar si les interesa pagar a cambio de pasear a sus perros.

  2. Todos te responden que no. Pero uno te dice que te pagaría por cuidar a su perrito cuando está de viaje.

  3. Pregunta cuándo es, organízalo, y consigue tu primer pago. Pagan: ¡bingo!

Creo que es un ejemplo brillante con el que muchos podrán sentirse identificados. Hablar con el cliente sobre tu idea es el paso preliminar a todo lo demás, porque así puedes ver por lo que realmente pagarían dinero y, aún más importante, empiezas a ganar dinero. El objetivo es intentar tener dos o tres clientes de pago que realmente te den dinero antes de montar nada, porque así tienes la validación de que la idea realmente sirve para algo. Porque cuando cuentas tu idea a la gente, la mayoría de la gente dice que es muy guay y muy buena idea. Pero eso no es validación. Si pides por el pago real por el servicio y lo hacen, eso es validación.

Otra manera es pensar en nuestros propios problemas:

  • ¿Qué te irrita cada día?

  • ¿Qué tarea lleva en tu lista de cosas que hacer varias semanas?

  • ¿Qué es algo que regularmente no consigues hacer bien?

  • ¿Qué he querido comprar últimamente pero he descubierto que nadie lo hace?

Con esta mentalidad, irías por la vida descubriendo problemas y pensando en soluciones, en lugar de simplemente aceptarlos.

Es un libro muy accesible y cercano, y da una perspectiva muy interesante (que ojalá hubiera tenido yo hace años, me habría ahorrado mucho tiempo) sobre el emprendimiento. Os dejo el link aquí.

Anterior
Anterior

El mayor enemigo del éxito: el ego

Siguiente
Siguiente

Mi libro ¡YA DISPONIBLE!