Cómo vivir una vida más lenta nos ayuda a ser más felices
En la newsletter de hoy resumo los aprendizajes del libro “Elogio de la lentitud” de Carl Honoré, uno de los fundadores del movimiento slow. Es el libro de marzo del Club de Lectura.
Aprendizajes principales
Desde que empezamos a partir en trozos el tiempo (cuando inventamos el reloj), el tiempo está partiendo nuestras vidas en pedazos, si lo permitimos. ¿Qué es lo primero que haces al despertar? ¿Acariciar a tu gato? ¿Besar a tu pareja) ¿Abrir las persianas para ver el sol? No. Miras el reloj para ver la hora.
"El mundo sigue esforzándose por hacer todo más rápido, y está pagando un alto precio por ello. El coste de la cultura de la prisa está bien documentado. Estamos llevando al planeta y a nosotros mismos al agotamiento. Somos tan pobres de tiempo que descuidamos a nuestros amigos, familias y parejas. Apenas sabemos cómo disfrutar las cosas porque siempre estamos mirando hacia la siguiente."
Inevitablemente, una vida apresurada puede volverse superficial. Cuando nos vamos corriendo, apenas rozamos la superficie, y no logramos establecer conexiones reales con el mundo o con otras personas. Hemos olvidado cómo anticipar las cosas y cómo disfrutar el momento cuando llegan.
En esta era saturada de medios, hemos perdido el arte de no hacer nada, de bloquear el ruido de fondo y las distracciones, de disminuir la velocidad y simplemente estar solos con nuestros pensamientos. En lugar de pensar profundamente o dejar que una idea hierva a fuego lento en el fondo de la mente, nuestro instinto ahora es seguir continuamente la distracción más cercana.
En el libro, “Rápido” se refiere a la filosofía de vida de estilo ocupado, controlador, agresivo, apresurado, analítico, estresado, superficial, impaciente, activo, cantidad sobre calidad. “Lento” es lo opuesto: calmado, cuidadoso, receptivo, quieto, intuitivo, sin prisa, paciente, reflexivo, calidad sobre cantidad. Se trata de establecer conexiones reales y significativas, con personas, cultura, trabajo, comida, todo. La paradoja es que “Lento” no siempre significa lento. Como veremos, realizar una tarea de manera lenta a menudo produce resultados más rápidos. También es posible hacer las cosas rápidamente manteniendo una mentalidad Lenta.
No es una declaración de guerra contra la velocidad. La velocidad ha ayudado a remodelar nuestro mundo de maneras maravillosas. El problema es que nuestro amor por la velocidad, nuestra obsesión por hacer más y más en menos tiempo, ha ido demasiado lejos; se ha convertido en una adicción, una especie de idolatría. Y sin embargo, algunas cosas no pueden, no deben, ser aceleradas. Toman tiempo; necesitan lentitud. Cuando aceleras cosas que no deberían ser aceleradas, cuando olvidas cómo desacelerar, hay un precio que pagar.
Por eso, la filosofía Slow puede resumirse en una sola palabra: equilibrio. Ser rápido cuando tiene sentido ser rápido, y ser lento cuando se requiere lentitud. Buscar vivir en lo que los músicos llaman “il tempo giusto”, la velocidad adecuada.
Cómo hacer la vida más lenta
Intentar mirar menos la hora. Al menos en los fines de semana, las vacaciones, cuando has vuelto a casa del trabajo… Ponte una alarma cuando tengas que cambiar de actividad (por ejemplo, media hora antes de salir a cenar), pero intenta pasar el mayor tiempo posible sin ser continuamente consciente del tiempo que te queda, de la hora que es.
Reserva tiempo para no hacer nada. No estés buscando continuamente llenar tus horas. Es bueno pasar algún tiempo mirando al infinito y pensando, reflexionando. De ahí salen las buenas ideas.
Medita, haz yoga, y sal a caminar: estas tres actividades nos llevan a la lentitud. Otros hobbies lentos son la jardinería, el crochet, la lectura…
Si tienes hijos o cuidas niños, déjales tiempo desorganizado solo para jugar. También forzamos a los niños a meterse entre horarios, actividades extraescolares planeadas… No es natural, y menos tan pronto en la vida. Es bueno que tengan tiempo para disfrutar del presente. Los niños (y los adultos) sacan más de la vida y aprenden más, haciendo menos actividades extraescolares.
El trabajo es, por supuesto, una de las cosas más “veloces”, en el mal sentido, de nuestra vida. Nos roba las horas que podríamos dedicar a estar con familia y amigos, jugar, pensar, dormir, hacer el amor, practicar hobbies… Es fácil excusarse con que si pudieras trabajar menos, ya lo estarías haciendo. Pero, posiblemente, hay una parte que está en tu mano. El cómo te lo tomas, el salir a tu hora, el no pensar en él en tu casa, en poner límites, en elegir trabajar una jornada más pequeña cobrando menos, en coger menos clientes… ¿Es lo que se suele ver “bien” en la sociedad? No. ¿Seríamos más felices si hiciéramos algo así? Probablemente. ¿Cuál es el objetivo de tu vida? ¿La felicidad?
Echarse una siesta también está recomendado como manera de vivir más lento. ¿Sabíais que John F. Kennedy, Thomas Edison, Napoleon Bonaparte, John D. Rockefeller, Johannes Brahms y Winston Churchill defendían la siesta? ¡Viva!
Os dejo el link del libro aquí.